viernes, 14 de abril de 2023

QUINTA REUNIÓN DE PADRES DE 2º EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA COMO ALIMENTO QUE NOS HACE SER COMO JESÚS

 Tras los saludos de acogida, nos presentamos y presentamos a Jesús Resucitado  y su Palabra en el evangelio de hoy.



Dialogamos sobre lo que entendemos y no entendemos del sacramento de La Eucaristía. Compartimos lo que pensamos y sentimos, cómo celebrarlo mejor, cómo adaptarlo a nuestra  época y gestos, cómo  vivirlo para que  lo sintamos como un momento que no nos puede faltar cada semana...


REFLEXIONAMOS CON ESTE TEXTO ESCRITO POR FRAY MARCOS COMO EXPLICACIÓN DEL JUEVES SANTO, DÍA DEL AMOR FRATERNO Y DE LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA

JUEVES SANTO   Jn 13,1-15  EL SIGNIFICADO DE LA EUCARISTÍA

La liturgia de este día se centra en el recuerdo de la cena: el lavatorio de los pies y las palabras y gestos que dieron lugar a la eucaristía.

Sin embargo, el recuerdo de lo que Jesús hizo en la última cena se convirtió muy pronto en el sacramento de nuestra fe. Y no sin razón, porque en esos gestos, en esas palabras, está encerrado lo que fue Jesús durante su vida y todo lo que tenemos que llegar a ser nosotros.

Debemos tomar conciencia de la importancia de lo que celebramos: “Consciente Jesús de que había llegado su “hora”, la de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que estaban en el mundo, les demostró su amor en el más alto grado”. Pero no es menos sorprendente el final del relato: “¿Entendéis lo que he hecho con vosotros? Me llamáis “Maestro” y “Señor”; y decís bien, porque lo soy. Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, sabed que también vosotros debéis lavaros unos a otros”.

En ese gesto, Cristo está tan presente como en la celebración de la eucaristía. Lavar los pies era un servicio que solo hacían los esclavos. Jesús quiere manifestar que él está entre ellos como el que sirve. Lo importante no es el hecho sino el simbolismo que encierra. La plenitud de Jesús como ser humano está en el servir a los demás.

Juan quiso recuperar para la última cena el carácter de recuerdo de Jesús como don, como entrega. Jesús denuncia la falsedad de la grandeza humana que se apoya en el poder o en el dominio de los demás, pero proclama que la verdadera plenitud humana está en parecerse a Dios que se da siempre y a todos sin condiciones ni reservas.

Poco después de este texto dice Jesús: “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros como yo os he amado”. Esta es la explicación definitiva a lo que acaba de hacer. Para el que quiere seguir a Jesús, todo queda reducido a esto: ¡Amaos! No dijo que debíamos amar a Dios, ni siquiera que debíamos amarle a él. Debemos amar a los demás como Dios ama, como Jesús amó. La eucaristía no es una devoción más, que comienza y termina en la iglesia. Debemos hacer un esfuerzo por celebrar una eucaristía QUE NOS CAMBIE  LA VIDA.

En este relato del lavatorio de los pies, no se dice nada que no se diga en el relato del pan partido y del vino derramado; pero en la eucaristía corremos el riesgo de quedarnos en una visión ritualista y espiritualista que no afecta a mi vida concreta. La presencia de Cristo en el pan y en el vino, entendida de una manera estática y física, nos ha impedido descubrir el aspecto vivencial del sacramento y nos ha dejado al margen de la verdadera intención de Jesús al compartir esos gestos con sus discípulos.

Tenemos que hacer un esfuerzo por descubrir el verdadero signifi­cado de la eucaristía a la luz del lavatorio de los pies. Jesús toma un pan y mientras lo parte y lo reparte les dice: esto soy yo. Recordemos que “cuerpo”, en la antropología judía del tiempo de Jesús, quería decir persona, no carne. Como si dijera: meteos bien en la cabeza que yo estoy aquí para partirme, para dejarme comer, para dejarme masticar, para dejarme asimilar, para desaparecer dando mi propio ser a los demás. Yo soy sangre (vida) que se derrama por todos, es decir, que da Vida a todos, que saca de la tristeza y de la muerte a todo el que me bebe. Eso soy yo. Eso tenéis que ser vosotros.

Por haber insistido exclusivamente en la presencia “real” de Cristo en la eucaristía, nos acercamos al sacramento como a una realidad misteriosa, pero que no tiene valor de persuasión, no me lleva a ningún compromiso con los demás. La presencia real, por el contrario, debía potenciar el verdadero significado del gesto. Nos debía recordar en todo momento lo que Jesús fue y lo que nosotros, como cristianos, debemos ser. El haber cambiado este sentido dinámico por una adoración, ha empobrecido el sacramento hasta convertirlo en algo aséptico, que nada me exige y nada me aporta.

Lo que Jesús quiso decirnos en estos gestos es que él era un ser para los demás, que el objetivo de su existencia era darse; que había venido no para que le sirvieran, sino para servir, manifestando de esta manera que su meta, su plenitud humana solo la alcanzaría cuando llegara a la donación total en la muerte asumida. Solo un Jesús destrozado puede ser asimilado e integrado en nuestro propio ser. Descubrir que destrozarnos para que nos puedan comer es también la meta para nosotros, es el primer objetivo de todo ser humano. Pero de esto se explica mejor el Viernes Santo.

Juan no menciona la eucaristía en el relato de la última cena, pero en el c. 6 encontramos la explicación de lo que es la eucaristía. “Yo soy el pan de Vida”. “Quien viene a mí, nunca pasará hambre; el que cree, nunca pasará sed”. Queda claro que comer el pan y beber la sangre, es un signo (sacramento) de la adhesión a Jesús, que es lo importante. Se trata de identificarse con su manera de ser hombre al servicio de los demás hasta deshacerse por ellos. El peligro que tenemos hoy los cristianos es acercarnos al sacramento como medio de unirnos a Dios, olvidándonos de los demás.

Dice más adelante: “El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me “come” vivirá por mí”. No hay una explicación más profunda de lo que significa este sacramento. Jesús tiene la misma Vida de Dios, y todo el que le siga tendrá también esa misma Vida, que no se verá alterada por la muerte. Para hacer nuestra esa Vida, debemos aceptar la “muerte” a todo lo que hay en nosotros de caduco, de terreno, de transitorio, de individualismo, de egoísmo. Sin esa muerte, nunca podrá haber Vida. No se trata de renunciar a nada, sino de conseguirlo todo.

 

Fray Marcos


Síntesis:

 Presentar la Eucaristía como el sacramento central de la comunidad cristiana. Signo de la presencia de Jesús entre nosotros. Sus signos, el pan y el vino se hacen comida, alimento, pan partido y repartido. En ellos se hace presente y hacemos memoria de Jesucristo    (su vida comprometida por la justicia y la verdad) y de su  resurrección, en la que Dios –Padre-Madre refrenda su modo de vivir, que es lo que Dios quiere como su REINO EN TODO EL COSMOS.

  • El Domingo nos reunimos en comunidad celebrando la Eucaristía, festejando el regalo de la vida y de Jesús como  Palabra del Padre y modelo de vida.
  •   En ella pedimos perdón por nuestros errores, reconocemos su amor incondicional que siempre nos perdona.
  •   Le alabamos por todos los regalos que nos hace: la naturaleza, su amistad, que sus planes nos liberan, nos regala su Espíritu.
  •  Escuchamos su Palabra
  •  Nos ofrecemos con Jesús en el ofertorio y compartimos lo que tenemos.
  •   Comulgamos el Pan de la unidad, y queremos imitar su gesto de entregarse a los demás como pan partido.
  •  Celebramos  el domingo como día de descanso que nos permite cuidarnos a nosotros mismos y a lo importante: tomar conciencia de quiénes somos,  a dónde vamos, qué sentido tiene nuestra vida. Descubrimos que Jesús (dóminus = domingo = día del Señor resucitado), da sentido a nuestra vida.
  •  Recordar que vuestros hijos se preparan a recibir este sacramento esencial y tienen que vivir cada domingo esta experiencia con vosotros.

PARA REFORZAR  ESTA EXPERIENCIA  VISIONAMOS ALGUNO DE ESTOS MONTAJES:

"HACERSE PAN"

"LA PRIMERA COMUNIÓN"

"HACER MEMORIA DE JESÚS"
No enlazo a las presentacionesporque las interrumpen mucho con propaganda.

Hacer memoria de Jesús

Reflexión dominical de José Antonio Pagola

Al narrar la última Cena de Jesús con sus discípulos, las primeras generaciones cristianas recordaban el deseo expresado de manera solemne por su Maestro: «Haced esto en memoria mía».

Así lo recogen el evangelista Lucas y Pablo, el evangelizador de los gentiles. Desde su origen, la Cena del Señor ha sido celebrada por los cristianos para hacer memoria de Jesús, actualizar su presencia viva en medio de nosotros y alimentar nuestra fe en él, en su mensaje y en su vida entregada por nosotros hasta la muerte. Recordemos cuatro momentos significativos en la estructura actual de la misa. Los hemos de vivir desde dentro y en comunidad.

La escucha del Evangelio    Hacemos memoria de Jesús cuando escuchamos en los evangelios el relato de su vida y su mensaje. Los evangelios han sido escritos, precisamente, para guardar el recuerdo de Jesús alimentando así la fe y el seguimiento de sus discípulos. Del relato evangélico no aprendemos doctrina sino, sobre todo, la manera de ser y de actuar de Jesús, que ha de inspirar y modelar nuestra vida. Por eso, lo hemos de escuchar en actitud de discípulos que quieren aprender a pensar, sentir, amar y vivir como él.

La memoria de la Cena      Hacemos memoria de la acción salvadora de Jesús escuchando con fe sus palabras: «Esto es mi cuerpo. Vedme en estos trozos de pan entregándome por vosotros hasta la muerte… Este es el cáliz de mi sangre. La he derramado para el perdón de vuestros pecados. Así me recordaréis siempre. Os he amado hasta el extremo». En este momento confesamos nuestra fe en Jesucristo haciendo una síntesis del misterio de nuestra salvación: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús». Nos sentimos salvados por Cristo, nuestro Señor.

La oración de Jesús     Antes de comulgar, pronunciamos la oración que nos enseñó Jesús. Primero, nos identificamos con los tres grandes deseos que llevaba en su corazón: el respeto absoluto a Dios, la venida de su reino de justicia y el cumplimiento de su voluntad de Padre. Luego, con sus cuatro peticiones al Padre: pan para todos, perdón y misericordia, superación de la tentación y liberación de todo mal.
La comunión con Jesús

Nos acercamos como pobres, con la mano tendida; tomamos el Pan de la vida; comulgamos haciendo un acto de fe; acogemos en silencio a Jesús en nuestro corazón y en nuestra vida: «Señor, quiero comulgar contigo, seguir tus pasos, vivir animado con tu espíritu y colaborar en tu proyecto de hacer un mundo más humano».




martes, 11 de abril de 2023

QUINTA REUNIÓN DE PADRES DE PRIMERO 17 DE ABRIL DE 2023

 

5ª REUNIÓN DE PADRES DE CATEQUESIS       

 17 de abril de 2023  Padres de 1º

Lo esencial de nuestra fe.  En qué creo.




Acogida

Esquema: montaje de “No es lo mismo creer que no creer”, comentarios de los padres.Trabajo en grupo de las preguntas, puesta en común

 

Trabajo en grupo de las preguntas:

¿En qué crees?

¿Quién es Dios para ti?

¿Quién es Jesucristo para ti?

¿Qué sentido tiene la vida?

 

Traducid  y actualizad con vuestras palabras lo que quiere decir “ Creo en Dios Padre todo poderoso;  al tercer día resucitó entre los muertos;  o cualquier frase que os parezca del credo que recitamos en la misa.

CREDO

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra.

 

Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,

nació de Santa María Virgen,

padeció bajo el poder de Poncio Pilato

fue crucificado, muerto y sepultado,

descendió a los infiernos,

al tercer día resucitó de entre los muertos,

subió a los cielos

y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

 

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de la carne

y la vida eterna.

Amén.

 

 

Puesta en común: Participamos espontáneamente   lo que hemos compartido en pequeño grupo.

Materiales complementarios

Este es mi credo.  José Manuel

Creo en Dios-Padre-Madre que es para nuestra mente UN Misterio Insondable.  Jesucristo, hombre como nosotros,  con su vida nos mostró cómo era el Padre. Así nos lo contó en la parábola del Hijo Pródigo; nos quiere incondicionalmente,  no porque seamos buenos. Está deseando que seamos como Él.

Creo en Jesucristo, modelo de vida humana  que libera de toda opresión. Luchador por la justicia, la libertad, la igualdad y la dignidad de toda persona humana y, en especial, por los pobres y desfavorecidos.

A las mujeres en su época  las trató en  el mismo nivel de dignidad que  a los hombres.

Que fue crucificado por VIVIR SEGÚN LOS VALORES DE SU PADRE QUE CHOCABAN FRONTALMENTE CON  las leyes del poder político y religioso.

Criticó como mentirosos e hipócritas a los sacerdotes de su tiempo pues no querían el bien de las personas, sino permanecer en el poder.

No fundó ninguna religión, sino una manera de vivir la vida de cada día siendo coherente con su  mandamiento nuevo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Fue quitado del medio, crucificado como un malhechor;  pero Dios-Padre-Madre lo resucitó,  o sea, lo hizo Espíritu Vivificador para toda la creación. Él es garantía del Reino de Dios, Él es  el animador, el camino, la verdad y la Vida que empuja a sus seguidores a cambiar las estructuras del mal y hace posible la utopía de un mundo de hermanos donde nadie pase hambre y todos seamos felices con su talente y estilo de vida.

Creo en el Espíritu Santo, que es el espíritu de Jesús que  guía el recorrido de todo el cosmos en la dirección de ser PARA Dios,  ser PARA LOS DEMÁS, unidas todas las creaturas en el misterio del AMOR QUE ES DIOS MISMO, HACIA EL QUE CONVERGEN TODOS LOS GESTOS POSITIVOS, HUMANIZADORES Y VERDADEROS.

Creo en la Iglesia, comunidad de comunidades que siguen a Jesús por caminos que no tienen por qué ser idénticos, pues el Espíritu alumbra caminos nuevos; eso sí, todos fundamentados en Jesucristo. Todos son como piedras vivas que construyen el cuerpo de Jesucristo, todos como humanos  tienen fallos; pero es Jesús quien anima a fiarse de Dios Padre, a reconocer esos fallos e iniciar un camino nuevo en el barro de cada día.

En esta Comunidad caben todos y, tú, también. Es cuestión de cultivar la hermandad y celebrar juntos nuestra fe en  el Padre-Madre-Dios que nos dio a su hijo  como ejemplo y garantía de que llegará su Reino donde todo el cosmos viva en armonía,  en cuidados mutuos y buscando la felicidad del bien común, repartiendo con equidad y justicia los dones de la Madre Tierra a la que debemos cuidar con esmero y responsabilidad compartida.

Creo en la resurrección de todo el cosmos en un mundo nuevo que gozará  DEL AMOR DE DIOS en plenitud. Creo que todos los difuntos están gozando del amor del Padre aunque, según nuestros juicios humanos,  no hayan hecho méritos  para ello, pues Dios es amor y el amor no excluye a nadie.

 

 

 

CREO EN TI, SEÑOR
 

 

Sé que me amas y que me proteges. No sé cómo me amas y proteges, pero lo creo porque lo dijo Jesús.

 

Sé que me has dado la vida, la que tengo. Y que en algo me parezco a Ti.

 

Sé que, entre todas las palabras fabricadas por los hombres, hay una que se Te puede aplicar con menos riesgo de equivocarse que las demás: la palabra “padre”. También lo dijo Jesús.

 

Intuyo que esperas de mí lo que todo padre: que su hijo se fíe de él y se parezca en algo a él.

 

UN NUEVO CREDO

(…)Frei Betto

Creo en el Dios que no tiene religión, creador del Universo, donador de la vida y de la fe, presente en plenitud en la naturaleza y en los seres humanos. Dios orfebre de cada ínfimo eslabón de las partículas elementales, desde la refinada arquitectura del cerebro humano hasta el sofisticado entrelazado del trío de cuarqs.

Creo en el Dios que se hace sacramento en todo lo que acerca, atrae, enlaza y une: el amor. Todo amor es Dios y Dios es lo real(…)Creo en el Dios que, como el calor del sol, siento en la piel, aunque sin conseguir contemplar o agarrar el astro que me calienta.

 PROFESIÓN DE FE

Creo, Padre, ayuda mi poca fe.

Creo en Ti, el Padre con quien puedo contar siempre.

Creo en Jesús, Camino estrecho, Verdad segura, Vida verdadera.

Creo en el Espíritu, que me libera de la tierra.

Creo en la Iglesia que dice sí a Jesús

y camina desde sus pecados construyendo el Reino.

Creo en la bondad y en la limpieza de corazón,

creo en la exigencia y en la pobreza,

creo que el perdón es mejor que la justicia,

creo que es mejor dar que recibir,

creo que servirte es servir a los hombres,

creo que mi vida tiene valor y sentido,

creo que me quieres y me ayudas,

creo en Ti Padre, ayuda mi poca fe.

 

PROPUESTA DE UN CREDO ALTERNATIVO PARA PENTECOSTÉS Y LA TRINIDAD

Yo creo sólo en un Dios,

en Abbá, como creía Jesús.

Yo creo que el todopoderoso

Creador del cielo y de la tierra

es como mi madre y puedo fiarme de Él.

Lo creo porque así lo he visto en Jesús, que se sentía hijo.

Yo creo que Abbá no está lejos sino cerca, al lado, dentro de mí,

creo sentir su aliento como un brisa suave que me anima

y me hace más fácil caminar.

Creo que Jesús, más aún que un hombre

es enviado, mensajero.

Creo que sus palabras son palabras de Abbá

Creo que sus acciones son mensajes de Abbá.

Creo que puedo llamar a Jesús

la palabra presente entre nosotros.

 

Yo solo creo en un Dios,

que es padre, palabra y viento

porque creo en Jesús, el hijo,

el hombre lleno del espíritu de Abbá.

 

José Enrique Galarreta

 Veremos la presentación   "CREER EN DIOS" Y "TESTIMONIO DE FE" desde el ordenador ya que por la red se interrumpe con anuncios.


Clica aquí a ver si vel la pps de creer en Dios   Es una pena que la interrumpan tanto con anuncios.