Hay jóvenes que vienen por la mañana; otros, por la tarde. Unos reciben clases regladas; otros realizan talleres o reciben clase de refuerzo y de habilidades sociales.
La cuestión es que parece que es un asunto sólo y exclusivamente de los profesores y monitores . ¿Y los demás miembros de la comunidad parroquial, no podremos arrimar el hombro para que se sientan queridos?
Se me ocurre una manera.
Podemos cada familia apadrinar a un joven para crear lazos de afecto y de cuidados. Conocer a su familia y estar dispuestos a la ayuda del tipo que sea. Tener momentos de compartir e intercambiar nuestras culturas y tradiciones.
Los abuelos podríamos abuelizar a un joven para tener especiales lazos con el y su familia. Crearíamos relaciones que nos enriquezcan mutuamente.
los jóvenes del Centro Juvenil podrían hermanarse con los jóvenes de la mañana o de la tarde y crear actividades determinadas que les permitirían conocerse y apreciarse.
El cómo hacerlo es cuestión de soñar despiertos y concretar, para que en la nueva normalidad comencemos a actuar preparando desde ya el camino.