Mi fe en Dios después de encontrarme con Jesús
José L. Caravias sj.
Mi Dios es afectuoso, cercano y
comprensivo.
Tiene la bondad de los sencillos y la alegría de los niños.
Transmite ternura.
Mi Dios tiene la jovialidad de una niña.
Y la sabiduría de un anciano.
Mi Dios tiene bellezas de mujer.
Mirada brillante de enamorada.
Amor paciente de madre.
Mi Dios es danza de fiestas populares.
Es poesía anidada en corazones humanos.
Tiene manos de pianista.
Vibra en la voz de los tenores.
Confecciona bellezas con las manos de los artesanos.
Mi Dios trabaja en todo el que construye
algo bueno.
Chisporrotea en la mente de los sabios.
Pero guarda aun muchísimos secretos más
que enseñarnos…
Mi Dios pinta las puestas de sol.
Y rellena los colores del arco iris, como señal de paz.
Mi Dios se manifiesta en la fuerza
expansiva del universo.
Gira sin cesar en átomos y galaxias.
Su energía se concentra en nebulosas y agujeros negros.
Mi Dios está siempre creando mundos
maravillosos.
Me guiña desde las estrellas.
Me espera en el infinito.
Mi Dios es ingeniero que planifica y
dirige la evolución.
Artista
paciente, a través de millones de años…
Gira, en expansión, en átomos y galaxias.
Entrelaza, en evolución, la genética de todo ser vivo.
Mi Dios es hermoso, profundo y agitado
como el mar.
Brilla en los nevados.
Reverdea en los cultivos.
Abre a cada rato ventanas nuevas para que entre mejor su luz.
Mi Dios me moldea como obra de arte
semejante a él.
Baila al ritmo de los latidos de mi corazón.
Me hace capaz de amar como él.
Mi Dios es mi amigo, mi hermano, mi padre
y mi madre.
Sabe a beso de madre.
Mi Dios me escribe en las cartas de mis
amigos.
Me llega dentro de sus regalos.
Mi Dios es lámpara en mis oscuridades.
Luz que titila al final de mi túnel.
Mi Dios es abrigo en los días helados.
Es rico sol de invierno, con el que da gusto pasear.
Mi Dios es ducha fría en mis
calentamientos.
Brisa suave en los días de sofoco inaguantable.
Cantimplora para mis desiertos.
Mi Dios es liberación de mis
esclavitudes.
Creatividad
sin ataduras ni complejos.
Mi Dios llama siempre a mi puerta, pero
no entra si no le abro.
Él respeta siempre mi libertad.
Mi Dios me lleva en sus brazos cuando
creo que me abandonó.
Es fuerza para mis debilidades.
Mi Dios se esconde en mis problemas.
Es mi pañuelo de lágrimas.
Mi Dios se enorgullece de mis triunfos.
Es un artista haciendo maravillas conmigo.
Mi Dios es sal, ají, ketchup, savora de
mi vida.
Nuestro Dios anida siempre en los
corazones de sus hijos.
Se asoma por los ojos de ellos.
Y conoce el sabor de las lágrimas de cada uno.
Nuestro Dios se ofende cuando maltratamos
a cualquier hijo suyo.
Reclama cuando no los defendemos.
Nuestro Dios nos espera más abajo.
Nos grita en el silencio de los humillados.
Reclama dignidad en prostitutas y homosexuales.
Exige respeto en las empleadas domésticas.
Es partera de embarazadas abandonadas.
Compañero de ruta de emigrantes.
Nuestro Dios es socio de los que regresan
cansados del trabajo.
Nuestro Dios es masaje para las heridas
del corazón.
Nuestro Dios se sienta al borde de la
cama del enfermo.
Es pañuelo cariñoso de enfermera que enjuga nuestra fiebre.
Él sufre solidariamente todo sufrimiento
humano.
Muere en los accidentados y en los asesinados.
Sufre terriblemente -
en los niños soldados,
- en
las mujeres maltratadas,
- en
las niñas y niños violados,
- en
los obreros o campesinos sin trabajo,
- en
los encarcelados sin juicio,
- en
los ancianos solitarios,
- en
África abandonada.
Nuestro Dios pasa hambre extrema en más
de 1.000.000.000 de hijos suyos.
A Dios de nuevo encarnado le falta millones de casas dignas.
Le falta millones de camas hospitalarias bien atendidas.
Necesita muchísimas escuelas bien equipadas.
A nuestro Niño Dios le falta con
frecuencia papás y mamás que sepan quererlo…
Jesús feto, Jesús bebé, Jesús niño, Jesús
preadolescente
con frecuencia crece muy falto de cariño.
Nuestro Dios exige compromisos
profesionales eficaces para con todos
sus hijos carenciados.
Nos
pide que entre todos sepamos construir otro mundo más justo.
Él está siempre dispuesto a indicarnos el
rumbo
y ayudarnos a mantener el timón.
Pero no a sustituirnos…
El
trabajo es nuestro.
El Dios de Jesús es todopoderoso sólo en
el amor.
Ante
la maldad humana él se deja matar...
Dios se pudo hacer hombre, en todo
semejante a nosotros, porque es todopoderoso en el Amor
Dejándose matar por mantenerse
heroicamente en su posición de amor,
respetando nuestra libertad,
nos mostró la plenitud de su Amor …
Acerquémonos, pues, a Él con toda
confianza.
Tomado de
No hay comentarios:
Publicar un comentario